Querer decir tu nombre y decir ausencia.
Querer decir, te quiero, y no tener voz.
Haber reconocido que tu presencia
le dio a mis días otra apariencia
y dio a mis manos, noches de amor,
con qué llenar tu cuerpo de madrugada,
de horas vividas y horas cansadas,
en un intento de no ser dos.
Y ahora que te has ido, mi cama es grande.
Las sabanas son frías y hasta el reloj
dejó de dar la hora desde el instante
en que aquellos besos tan jadeantes
no se oyen por la habitación.
Por eso que mis manos se han vuelto garras
y han atrapado una guitarra
y..... te han escrito esta canción. |